Por Iván Delhumeau

Tesis:

La revocación de mandato y su mañosa pregunta: ¿Estás de acuerdo en que Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos continúe ejerciendo el cargo hasta que concluya su mandato?

Antítesis:

No puede ser posible que con tantos problemas que tiene nuestro país, quien en 18 años de campaña política haya prometido hasta el cansancio acabar con ellos, se distraiga (y nos distraiga) con estupideces como una consulta popular y ahora esta mala broma de la revocación de mandato.

Tenemos en la presidencia de la República a un tipo que gobierna con una profunda carga ideológica, pero además anacrónica. No se ha dado cuenta de que estamos en el siglo XXI, y que esas prácticas lejos de parecer ahora democráticas son demagógicas, propias de los dictadores de izquierda del siglo pasado.

La pregunta es mañosa porque plantea que si los ciudadanos estamos de acuerdo con que “continúe” ejerciendo el cargo, no nos plantea “que renuncie”, o que sea “destituido”. El preguntar que “continúe” es un absurdo, pues es su obligación constitucional continuar ejerciendo el cargo hasta concluirlo, pues así protestó hacerlo al tomar posesión del mismo. En todo caso estamos ante una pregunta de continuidad, no de revocación.

El presidente tiene una pesada carga ideológica, porque está empeñado en que la jornada de revocación de mandato sea el 21 de marzo, ¿saben por qué? Pues porque es el día de la celebración del natalicio de su prócer favorito (ya quisiera tener la inteligencia de Benito Juárez). Sólo por eso, pero como no tiene el hábito de leer la Constitución, no se ha dado cuenta de que sus mismos legisladores de la 4T, aprobaron el año pasado en el artículo 35 la fecha en que se llevaría a cabo, y como todo ejercicio democrático se debe celebrar en domingo, y resulta que el 21 de marzo del 2022 será lunes. Así que su caprichito no se podrá hacer en la fecha que él quiere.

Además, tanto la Constitución como la nueva Ley de Revocación de Mandato plantean que son los ciudadanos quienes deben solicitar dicho ejercicio democrático, se necesita el 3% de la lista nominal, más de 2 millones 800 mil electores, y que además la condición se cumpla en al menos 17 de las 32 entidades federativas. O sea, primero habría qué recabar ese total de firmas. Entonces, si es facultad exclusiva de los ciudadanos ¿por qué la promueve el propio aludido, o sea el presidente de la República? Pues porque sólo busca medir su popularidad.

Síntesis:

Realmente estamos ante un despropósito por parte del primer mandatario. El ejercicio de revocación de mandato está viciado de origen. Suponiendo que se hiciera como debe ser ¿De decidir los ciudadanos que al presidente se le revoque el mandato, AMLO realmente se iría? ¡No, claro que no! Alegaría fraude electoral y se saldría a dormir al Zócalo y a tomar el Paseo de la Reforma. ¿Y si gana el “Sí, que continúe”? Pues su siguiente paso es buscar la reelección.

La opinión en este artículo es responsabilidad de su autor.

Ivan Delhumeau

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