Nota original de DW en español/Fotografía de El Confidencial
El director del Instituto de la Economía Alemana, Gerhard Fels, subraya que ya antes del 11 de septiembre se registraba un proceso recesivo, que luego se aceleró. Rápidamente surgió la sospecha de que ciertas empresas se lamentaban a voz en cuello de las consecuencias de los atentados, con el propósito de ocultar sus propios errores de gestión. No obstante, no cabe duda de que también se vieron duramente afectados consorcios que disfrutaban de una sólida posición en el campo internacional.
Los más afectados
Los ataques terroristas del 11 de septiembre ocasionaron pérdidas por un monto cercano a los 50 mil millones de dólares a las compañías de seguros, a nivel mundial. Para este rubro lo ocurrido fue una verdadera catástrofe. Pero este sector no fue el único en sentir la dureza del impacto. También las líneas aéreas sufrieron sus efectos.
Para la compañía alemana Lufthansa, el 2001 fue uno de los años más negros de su historia. Por primera vez en 8 años se registraron números rojos en los balances de la segunda mayor empresa de aviación comercial de Europa (después de British Airways). En el 2000, el balance de Lufthansa consignaba aún aproximadamente 690 millones de euros a su favor. En el 2001, arrojó pérdidas del orden de los 633 millones de euros.
En el caso de Lufthansa, la recuperación no tardó demasiado. El presidente del consorcio, Jürgen Weber, anunció signos alentadores en el primer semestre del año en curso, indicando que la fase crítica se había superado. Como prueba de ello mencionó el hecho de que la empresa reactivó los vuelos suspendidos meses atrás. Weber subrayó con orgullo que la empresa había logrado sortear la grave crisis sin ayuda estatal.
Nubarrones estadounidenses
Los efectos del 11 de septiembre en las compañías aéreas y de seguros son evidentes; pero no es fácil determinar en qué medida los atentados fueron causa del estancamiento económico mundial. A fines del año pasado, la mayoría de los institutos europeos de investigación diagnosticó que lo ocurrido perjudicaba las perspectivas de recuperación en la eurozona. Indicaron que los densos nubarrones que oscurecían el horizonte coyuntural de Estados Unidos también habían llegado a Europa.
También el gobierno alemán llegó pronto a la conclusión de que no lograría su meta de reducir el número de desempleados a 3,5 millones antes de las elecciones. Pero el ministro alemán de Hacienda, Hans Eichel, resistió por lo menos a la tentación de atribuir la debilidad coyuntural a los atentados. De hecho, según expertos del Dresdner Bank, el 11 de septiembre perjudicó el crecimiento económico mundial menos de lo que en general se piensa.
Riesgos por doquier
La economía germana se mostraba desde comienzos del año pasado más débil de lo previsto. A ello se suman otros factores, como las tendencias recesivas registradas en Estados Unidos y la enorme pérdida de confianza en los mercados financieros, provocada por una serie de escándalos de falsificación de balances y espectaculares quiebras. Las acciones caen en picada en el mundo entero. Esto, a su vez, incide en el comportamiento de los consumidores y, por otra parte, también afecta negativamente a los bancos, las compañías de seguros y otros servicios financieros.
Riesgos y más riesgos. Ciertamente los hechos del 11 de septiembre fueron tremendos; pero no determinantes para la persistente debilidad de la economía mundial.