Por Edzna Montes de Oca

Comenzamos marzo con el Miércoles de Ceniza, el día que marca el inicio de la Cuaresma, periodo previo a la Semana Santa.

Esta celebración tiene las primeras bases en la antigüedad cuando los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían sacrificios y los ninivitas usaban la ceniza como muestra de conversión de la “mala vida” a un camino de Dios.

Pasa algo similar en los primeros siglos de la Iglesia, pues las personas se presentaban ante el pueblo en forma de penitencia y la ceniza en la cabeza era su voluntad de convertirse. Por esto el miércoles de ceniza constituye el camino de los fieles para verse absueltos de sus pecados al llegar el Jueves Santo.

La ceniza que se utiliza es resultado de la combustión de las palmas usadas el Domingo de Ramos del año anterior y luego se mezcla con aceite y agua para crear la pasta, esto como ejemplo que lo que fue glorioso se reduce a nada. La ceniza es en esencia un recordatorio que al morir nuestro cuerpo se reducirá a polvo.

Este año las medidas sanitarias y restricciones también se aplicaron en las iglesias para poder asistir a este evento Eucarístico.