Por Abraham Rojas

«Quien deseé la superación, ese ser debe tener en cuenta que a cada inhalar y aún más al exhalar que la gran y única verdad real es la muerte».

Después de una gran victoria y frente a su gran batallón romano un famoso general recibía todo tipo de vítores y elogios, entonces en medio de todo ese bullicio lleno de júbilo, aplausos y flores debía llegar un esclavo a decirle: “recuerda tú también morirás”.  Es entonces cuando debía recordar su inevitable condición mortal, ese gran recordatorio de que la muerte le perseguía y que la muerte le iba ganando la batalla, y que la muerte es inconquistable.

Pues toda planeación y administración de vida le es poco importante a la muerte, pues incierto es el tiempo y espacio en que te ha de encontrar, entonces espérala en todo momento y lugar. Vive bajo esa verdad.

Al tener en cuenta y valor de dicha verdad se debe tomar la postura elemental de que a cada respirar, estamos más cerca de su abrazo y el tiempo es su mensajero que nos recuerda esa batalla contra reloj. Entonces la elección de actuar y pensar después de asumir esa verdad, definirá plenamente tu existencia; el miedo o la aceptación de que ese regalo que es la vida tiene su caducidad y cada momento que se desprecia ese regalo, lo hace en forma de todo tipo de apegos, pues el apego está en contra de la vida, es antinatural a la vida y a la muerte, somos esclavos de aquello y aquellos que creemos que amamos, la esclavitud más peligrosa es el apego, ese amor que se obsesiona y no acepta la única realidad: “que no existe la eternidad”.

Por eso cuando un extranjero visitó la india y llegó a casa de un monje, se dio la siguiente charla:

 -El extranjero preguntó: ¿Por qué tienes tan pocas posesiones en esta tu casa?

-A lo que el monje respondió preguntando de vuelta: ¿Por qué llevas tú también pocas posesiones?

-A lo que el extranjero exclamo: yo solamente vengo de paso por aquí no necesito muchos apegos.

-Entonces con mirada alegre el monje termino la charla con: yo también mi amigo, yo también solo vengo de paso.

La aceptación a esa verdad que es la muerte junto con el desapego es por consiguiente ese real aprecio y amor a la misma vida misma, esto nos recuerda que cada momento, es ese último momento y no hay amor eterno, pues pasajera es la vida misma, entonces el inicio de la búsqueda de la felicidad, es el reconocimiento a la muerte.

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