Por Abraham Rojas

“El animal agazapado se enconcha en sí mismo, pues en esa posición de defensa se cubre del ataque de su predador. A su vez, en su mente se van creando innumerables escenarios catastróficos, para poder, prevenirlos y protegerse de ellos. Así, igual funciona la mente de quien ya ha sido vulnerado, esa mente se encuentra en estado permanente de defensa y está expectante, mientas a su vez va creando en su mente posibles escenarios en los cuales, se le pueda volver a vulnerar, esto lo hace para que no se le tome desapercibido. Pero, este estado de defensa le ha de hacer más daño que su mismo rededor, pues ya ha creado un mundo que lo ha de violentar y lo llevará imaginariamente a combatir, y en su mente este ya ha perdido esa pelea”.

La defensa por la conservación personal ya sea física y mental es inherente al ser humano, sino se hiciera una defensa por conservar esa preservación, se estaría atentando contra nuestra vida misma, sería un suicidio no protegerse. Aun así, se debe tener en cuenta que la sociedad exige una adaptación para logar en ella una supervivencia. Esta misma adaptación es la que a su vez demanda bajar esas defensas para poder aceptar los cambios que se presenten. Esto inevitablemente se debe hacer, para poder adaptarse. Pero, paradigmáticamente debemos dejar este estado de alerta para logar una tranquilidad, pues la tranquilidad y la paz lleva a una mejor reflexión de los hechos y de los sucesos, entonces esa reflexión llevará tu mente a entender que esa serie de sucesos catastróficos son solo una creación de la imaginación, y reflexionemos sobre esto, la mente humana que ya ha inventado con ese potencial infinito de creación las grandes comedias y los dramas como: el quijote, la odisea, la divina comedia y cada una de las vidas y muertes de sus dioses. Con esa misma inventiva la mente se lastima así misma creando catastróficas panorámicas, pero también a su vez crea fantásticas historias de júbilo y bonanza que crean expectativas irreales que a la larga suelen ser lastimosas, cuando se atraviesa la realidad, esta lucha será, infinita pues la mente no puede permanecer en quietud por su misma naturaleza curiosa y especulativa. Domarla es una tarea imposible, pero si le puedes poner riendas, por medio de herramienta de la meditación.

“En una ciudad de amurallada, llego el rumor de una guerra y con el miedo inminente de una invasión mongola, se asediaron dentro de la ciudad, incluso, los vigilantes dejaron las torres de la muralla se escondieron en los calabozos. Dentro de la ciudad se oía el cabalgar de caballos y el andar de los ejércitos que marchaban alrededor de la ciudad, tal miedo llevo a los vigías y a los centinelas a huir, y dentro los habitantes hicieron un perpetuo silencio para poder engañar al conquistador creyera que era una ciudad abandonada. A cada momento escuchaban más y más cerca la marcha del exterior, entonces dentro se cernía y aumentaba el miedo, la paranoia tomo el poder. Entonces por honor de la ciudad, de sus mujeres, de sus niños y niñas, determinaron hacer un suicidio colectivo. Así lo hicieron, todos murieron. Sin saber que la marcha y el bullicio del exterior que les infundio tal temor eran los festejos del pueblo vecino que había derrotado a los mongoles”.   

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