Cáncer de mama, una montaña rusa de sensaciones y emociones
Nadie quiere escuchar: “sí es cáncer”. El diagnóstico es sólo el inicio de una cadena de pérdidas: trabajo, amistades, partes o capacidades del cuerpo, y la sensación de control. Desde ese instante, la incertidumbre se vuelve compañera inseparable.
Muchas ya habíamos enfrentado ansiedad o depresión antes del diagnóstico y, de hecho, los trastornos psicológicos más comunes en pacientes con cáncer de mama son ansiedad, angustia, depresión y estrés postraumático.1 Lo irónico es que, como psicóloga, eran los temas que más me interesaban antes de convertirme en paciente oncológica. No sé si hablo más como paciente que como psicóloga, pero compartiré lo más relevante.
Da miedo pensar en la palabra “cáncer”, la asociamos con muerte; pero, aunque no se puede negar que el cáncer puede ser mortal, también existen sobrevivientes. Se habla mucho de “prevenir el cáncer”, pero para hacerlo realmente tendríamos que conocer su causa exacta, y eso aún no lo sabemos. Por eso, más que prevenir el cáncer, lo que intentamos prevenir es morir por él. Y desde ese miedo social, partimos. Nos hablan de autoexploración, pero -dejando a un lado los tabús sexuales – el hacerlo, puede enfrentarnos al miedo a encontrar algo; y a veces, si encontramos algo, es más fácil mentirnos “es solo un quiste o grasa”.
Y aunque las estadísticas dicen que el cáncer de mama es más frecuente en mujeres mayores de 40 años, cada vez somos más, menores de 40, diagnosticadas. Por eso, aunque es muy loable que las mastografías lleguen a más mujeres, creo que podrían incluirse ultrasonidos mamarios (para menores de 40 que detectaron algo inusual con la autoexploración). También es importante recordar que los médicos pueden equivocarse, sobre todo si no son especialistas. Si detectas algo inusual, busca un oncólogo.
El miedo puede volverse un enemigo: hay mujeres que mueren por no haber querido saber. Recuerdo a una mujer en la sala del hospital que me dijo tener miedo de hacerse la mastografía porque sus padres habían tenido cáncer. Le respondí que el miedo puede ser útil, pero solo si nos impulsa a cuidarnos, no si nos paraliza. Mejor saber a tiempo y actuar, que dejar que el miedo decida. No dudaría que incluso haya quienes marchan en octubre “apoyando la causa” sin hacerse ningún estudio.
Desde la psicología tal vez nos está faltando acompañar en el recorrido del miedo a la valentía y el autocuidado. Incluso entre psicólogos, noté desconocimiento sobre cómo abordar el cáncer. Yo misma derivé a una paciente en proceso de diagnóstico con una colega sobreviviente, justo antes de mí diagnóstico. Y es válido cambiar de terapeuta si sientes que no te brinda la contención que necesitas, en estos casos lo ideal es buscar un especialista en psicooncología o tanatología. Algunos hospitales ofrecen este apoyo gratuitamente.
Con el diagnóstico, comienza la “montaña rusa” emocional. Cuando lo cuentas, todos opinan y recomiendan: remedios, tés, suplementos, curas milagrosas… incluso productos peligrosos. También llegan los juicios: “dicen que el cáncer le da a la gente rencorosa”. Y
si antes habías escuchado eso, puedes terminar culpándote: por no comer bien, no perdonar, no revisarte. Reflexionar está bien, pero quedarse ahí no ayuda.
Tu vida se detiene, pero la del mundo no. Pocos pueden acompañarte realmente; no porque no te quieran, sino porque la vida sigue. Sin embargo, no todo es tristeza, miedo o enojo. A veces reír también forma parte del proceso. Es común sentir la presión de “ser fuerte”, pero eso no siempre ayuda. Cada emoción tiene su lugar, y está bien llorar. Tus hijos pueden verte hacerlo y aprender que también se vale sentir. Y habrá momentos donde quieras mandar a “la China” a todos.
La espiritualidad puede sostenerte. No importa en qué creas, tener una conexión con algo más grande que tú fortalece. Sólo asegúrate de que las prácticas espirituales no pongan en riesgo tu salud. Puedes acompañarte de terapias alternativas como reiki, pero nunca sustituyas los tratamientos médicos. Infórmate siempre en fuentes confiables.
Vuélvete experta en tu diagnóstico y tratamiento, hasta donde sea posible. Considera que, aunque encuentres a otra mujer con cáncer de mama; cada cuerpo, historia y tumor son diferentes; evita compararte. Cada diagnóstico y tratamiento es muy específico. Y cada persona tiene recursos distintos para afrontar la enfermedad. Mi necesidad de saber lo que pasaba en mi cuerpo, me ayudó a investigar, preguntar a los médicos mis dudas (atrévete a preguntar, tienes derecho). Estar informada, saber qué esperar, puede calmar la ansiedad.
Esto no termina cuando el tumor ya no está, aunque te digan “qué bueno que ya estás bien”, retomar la vida no es sencillo. La cirugía y los medicamentos dejan secuelas. Pero, no se trata de volver a ser quien eras antes del cáncer, sino de descubrir quién eres ahora, con lo que aprendiste y con la fortaleza que emergió…
1Dinapoli L, Colloca G, Di Capua B, Valentini V. Psychological Aspects to Consider in Breast Cáncer Diagnosis and Treatment. Curr Oncol Rep. 2021 Mar 11;23(3):38. doi: 10.1007/s11912-021-01049-3. PMID: 33709235; PMCID: PMC7952347.
Ana Karina Camacho Duarte.
Psicóloga en consultorio privado en “Nakarópari Psicoterapia”
Lic. Psicología CP: 7597096 (UJED).
Miembro activo del Colegio Mexicano de Profesionistas de la Psicología A. C. Capítulo Durango.
Maestra en Terapia Guestalt. Ced. Prof. 12351333. (INTEGRO).
Desde mi experiencia personal como paciente oncológica, inicié en redes sociales el proyecto Corazones Resilientes MX, compartir, acompañar, informar y fortalecer a quienes viven o acompañan procesos de cáncer, apenas estoy iniciando.
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