Fecha memorable para México, ahora por dos motivos
El 1 de julio de 2020 comienzó una nueva etapa para México con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, el llamado T- MEC. Sustituye al TLCAN que tuvo vigencia a partir de enero de 1994 a la fecha, y que dejó enormes beneficios a la economía mexicana, pues permitió que las exportaciones crecieran exponencialmente.
El nuevo T-MEC fue negociado por el expresidente Peña Nieto a sugerencia del presidente estadounidense Donald Trump, pero fue ratificado por Andrés Manuel López Obrador, quien ideológicamente siempre se opuso al TLCAN, al igual que el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas, quien también fuera candidato presidencial de la “democrática” izquierda mexicana en tres ocasiones.
Ambos tratados se parecen mucho, sin embargo hay algunos puntos que son nuevos, y además fueron exigencia de Trump: las reglas de origen para la industria automotriz, con un incremento importante en el porcentaje de fabricación del vehículo; las normas laborales, donde se obligó a México a hacer una reforma laboral a la medida de Estados Unidos; comercio digital, que es totalmente benéfico para México, pues inmersos en el siglo XXI y en plena globalización es muy importante no pagar derechos aduaneros a bienes adquiridos digitalmente como juegos, música, software, películas y libros; la inclusión de normas ambientales nuevas, que exigen reducir la contaminación y apoyar la reducción de emisiones contaminantes con el desarrollo de energías limpias. Con esto último, quizás el Presidente López Obrador tenga que dar marcha atrás a el llamado “Acuerdo por el que se emite la política de confiabilidad, seguridad, continuidad y calidad del sistema eléctrico nacional (SEN)”, publicado en mayo pasado, y con el que pretendía poner controles sobre centrales eléctricas con energía limpia intermitente.
El tratado por sí mismo no le garantiza a México el incremento de sus exportaciones, ni los millones de empleos que en teoría estas generan, porque la privilegiada posición geográfica que tiene nuestro país ̶ que ya quisieran otros, para poder establecer una relación de intercambio comercial con la economía más grande del mundo- se puede desvanecer en el momento en que AMLO decida tomar decisiones contrarias a la atracción de nuevas inversiones, o simplemente cancele las que ya están aquí.
Otro motivo por el que el 1 de julio es una fecha memorable es porque se conmemora el segundo aniversario del triunfo en las urnas de Andrés Manuel López Obrador, y que la 4T festeja con gran algarabía. El triunfo fue importantísimo para la democracia mexicana, pues fortaleció la credibilidad del INE. Pero ¿realmente hay algo qué festejar más allá de la efeméride? Creo que no, pues es muy diferente ganar una elección a gobernar bien. En eso es donde ha quedado a deber AMLO, pues no se ha comportado como Jefe de Estado por distraerse en su obsesiva búsqueda de adversarios en los periodistas, los conservadores, los neoliberales, etc. En fin, lejos de convertirse en un estadista, ha continuado su carrera de agitador social.
El contenido de este texto es una opinión de su autor.
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