Por Abraham Rojas
Santiago, al que todos por la zona costera de la Habana, Cuba, le llaman “el viejo”, es un pescador veterano, con una mala racha de ochenta y cuatro días sin pescar. “el viejo”, se convierte en el objeto de burlas entre los demás pescadores y los cuchicheos de que ha perdido su habilidad, lo persiguen allá donde va. Entonces, los padres de Manolín, el niño que lo ayudaba a pescar, le han prohibido volver a montarse en la embarcación de Santiago, pues no vaya a ser que se contagie de mala suerte. Aun así, pese a eso, el joven lo cuida y en ocasiones hasta se sacrifica por él; se trata de su maestro.
Al amanecer del día ochenta y cinco, Santiago se lanza al mar completamente solo, y en su mente, y en su acción, existe el siguiente pensamiento: “esto hoy ha de acabar”.
Santiago “el viejo”, durante tres días durará su travesía en altamar, donde se reconciliará, con sigo mismo y tendrá una larga y extenuante batalla con un pez espada, y aunque no lo reconocería en voz alta, se ha de sentir derrotado y vulnerable, y más pues el inhumano mar le tiene reservado para algo especial para él. La nostalgia de la lejanía le jugará desfavorablemente, pues echará de menos a Manolín, su joven ayudante. Entonces recurrirá a sus recuerdos de su juventud, a los lugares que visitó, a las costas que bordeó en su barco y, sobre todo, cómo era la vida junto a su difunta esposa.
Con un final muy abierto a la interpretación del lector; Hemingway cierra esta obra que narra la búsqueda metas, misma búsqueda que nos llevará hasta nuestros límites físicos, mentales y hasta espirituales. La imagen de Santiago solo en el mar no es más que la representación de que también nosotros estamos solos en nuestra lucha, y de lo importante que es mantenernos firmes para que nuestra determinación no se venga abajo.
El viejo y el mar es por mucho la obra más icónica de Hemingway, y a su vez, también es una de las grandes obras literarias del siglo XX. Aunque su estructura es sencilla, el lenguaje es muy claro y la novela es breve, el autor nos hace reflexionar acerca de muchas de nuestras inquietudes más universales, como: la soledad, la lealtad o la muerte.