La mercadotecnia se mueve alrededor de los símbolos, igual que las religiones. Estos dos mundos, tan dispares en apariencia, se encontraron de forma inesperada en las redes sociales el primer lunes del presente año.

Comenzó a viralizarse una Rosca de Reyes Magos con temática de Star Wars, usando a su icónico personaje de Grogu (conocido popularmente como Baby Yoda). Kraneo Food, un restaurante mexicano inspirado en la saga, mostró en sus redes sociales su nueva rosca, o Baby Rosca, con un peso de dos kilogramos y un costo de 500 pesos. La rosca, con costras mostrando el casco del protagonista de The Mandalorian, llamó poderosamente la atención de muchos internautas (y pequeños emprendedores).

Pronto, la idea evolucionó a distintos vendedores independientes ofreciendo roscas similares, como la panadería La Petite Cuisine en Puebla, e incluso al día siguiente comenzaron a encontrarse figuras de resina con el pequeño Grogu para agregar a las roscas caseras en Mercado Libre.

El éxito estaba asegurado, pero pronto, una noticia adicional haría que lo que empezó como una moda viral se transformara en un debate encarnecido entre detractores y defendedores, y pronto en una constante burla contra la parte acusadora.

El Frente Nacional por la Familia se define como “un movimiento social” que busca “defender los tres pilares de nuestro México: la vida, la familia y las libertades”. Sin embargo, han generado polémica ya que denunciaron que la Baby Rosca era, literalmente, “una falta de respeto hacia la religión”.

Su argumento es que la rosca tradicional tiene elementos cargados de significado, pero estos se han deslavado del colectivo popular. En teoría, la rosca simboliza a la sagrada familia escondiendo al pequeño Jesús de Herodes.

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