Si las tragedias naturales exhiben la negligencia de los gobernantes que encaran el desastre con lentitud, apatía e irresponsabilidad, los accidentes provocados por fallas en la construcción de infraestructura o en el mantenimiento de una obra terminada, los desnuda ante la opinión pública y ante la sociedad que sin duda está en su derecho de exigir que se deslinden responsabilidades. Obviamente me refiero a la tragedia que ocurrió a principios de semana en la línea 12 del metro de la CDMX. Una obra que construyó la corrupción que había en la administración de Marcelo Ebrard (2006-2012), y que al entrar Miguel Ángel Mancera se descubrió que o le habían quedado angostas las vías, o le habían quedado anchos los vagones.
La línea 12 estuvo cerrada varios meses en lo que se reparaban los tramos que no habían sido construidos adecuadamente (eso se dijo), y Marcelo Ebrard estuvo exiliado en parís casi todo el sexenio pasado evadiendo su responsabilidad. Hasta intentó venir a la elección federal intermedia de 2015 como candidato de representación proporcional a diputado federal para poder tener fuero y no ser perseguido por el entonces Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera. Pero el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le prohibió participar en la contienda porque quiso registrarse por dos partidos políticos distintos, así que se tuvo que regresar a su lujoso departamento de la capital del país galo.
La tragedia pasa a ser responsabilidad de tres administraciones, una por hacer la obra que no duró ni 10 años, y las otras dos por no detectar fallas, si se hiciera periódicamente un mantenimiento a la infraestructura se hubieran reparado o se hubiera cerrado la línea y nada hubiera pasado. La línea 1 del metro se construyó hace 53 años, con menos tecnología de la que hay ahora, se hizo toda subterránea en una ciudad fundada sobre el agua y que por lo tanto sufre de un hundimiento paulatino día con día, sin embargo sigue funcionando y moviendo a millones de pasajeros al día. Algo se hizo bien entonces, algo mal se hizo en la línea 12.
Como los gobiernos de izquierda pregonan que en ellos no hay corrupción, y en cambio sí hay austeridad, podríamos concluir que ésta última es la causante. ¿Cuántas muertes más causará la austeridad en éste y otros ámbitos de las administraciones locales y la federal?
El gobierno federal está atentando contra la vida de los mexicanos en el sector salud, la escasez de medicamentos para enfermedades crónico-degenerativas como diabetes e hipertensión, así como para cáncer y VIH, no tiene precedentes. Aun y cuando en las instituciones públicas de seguridad social siempre ha habido carencias, en la actualidad ya podríamos hablar de negligencia por parte de las autoridades. Porque bloquean el abasto de medicamentos so pretexto de haber encontrado corrupción en los procesos de adquisición, sin embargo no lo han demostrado, no hay culpables en la cárcel. Mientras tanto, los ciudadanos mueren por falta de medicinas. Esto ya se podría considerar un «austericidio».
El contenido de esta columna es responsabilidad de su autor.