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Por Edzna Montes de Oca

Si eres de esas personas que se enferman demasiado ante el menor descuido o simplemente estás cansado de cada invierno tener que lidiar con una gripe o tos, lo mejor que puedes hacer es preguntarte ¿cómo se encuentra mi sistema inmune?

Por si no lo sabes, el sistema inmunológico es todo el equipo armado que tiene nuestro cuerpo para enfrentar amenazas extrañas como las enfermedades. Imaginemos que se trata de un batallón en un campo lleno de bacterias entrando y saliendo constantemente, algunas más peligrosas que otras. ¿Qué pasa si nuestros soldados están mal alimentados y débiles? Así es, los invasores ganan, caes y te enfermas.

A continuación verás qué hacer para reforzar tus defensas en esta época por de cambios climáticos y sobre todo a la situación pandémica.

¿Por qué nos enfermamos más en invierno?

Nuestra salud se ve mayormente afectada por el frío porque disminuye el suministro de sangre hacia las extremidades, lo que ocasiona que baje la producción de glóbulos blancos y ya que estos son los encargados de combatir las enfermedades te vuelves más vulnerable. Por otro lado las mucosas también se ven afectadas ya que se resecan, esto hace que los factores patógenos como los virus entren más fácil al sistema respiratorio.

Señales que tus defensas están débiles

El cuerpo tiene formas de expresarse, desde afectaciones físicas hasta psicológicas, todo se refleja en pequeños mensajes que solemos ignorar pero es importante entender su lenguaje. Las primeras señales cuando tu sistema inmune está debilitado se pueden ver si tienes resfriados constantemente, cuando te sientes agotado todo el día, pérdida del cabello, uñas débiles; Incluso cuando hay enfermedades de tipo dermatológico como herpes, eso quiere decir que el sistema inmune está tan depresivo que pueden entrar virus fácilmente por la piel, también se refleja con mala cicatrización por carencia de glóbulos blancos.

Cómo influye lo que comemos

El principal motivo de que el sistema inmunológico se debilite es llevar una mala dieta o malos hábitos, también  la exposición a contaminantes o ciertas enfermedades externas. Pero realmente una alimentación saludable puede hacer la diferencia. Con un consumo rico en vitaminas y minerales ayudamos a nuestro sistema inmune a trabajar correctamente. Así podemos evitar infecciones y agotamiento físico. Incluso podemos mejorar nuestro sistema digestivo ya que el intestino funciona como primera línea de defensa contra los agentes patógenos.

Autor: Jacobs Stock Photography Ltd/Getty | Crédito: Getty Images

Alimentos que promueven las defensas

Seguramente recordarás que al tener gripa o tos lo primero que hacían las abuelitas era darte una naranja o hacer que te comieras un limón. Estos remedios son de mucha ayuda ya que lo ideal es consumir alimentos ricos en vitamina C. Por ejemplo cítricos, fresas, pimiento morrón, guayaba o kiwi. También pueden ayudar la vitamina D3 que se encuentra específicamente en el salmón. Y si es posible debes agregar frutos secos a tu lista, que además de sus múltiples propiedades son excelentes botanas.

Igualmente es  importante mencionar el Zinc, que es uno de los minerales que debemos sumar a nuestra dieta. El Zinc se encuentra en carnes rojas, almejas, ostiones, pollo y almendras. Aumentar el consumo de estos ingredientes en el día a día aplica perfectamente  para todas las edades,  únicamente cambian las porciones según la necesidad de cada persona.

Recomendación de experto

Los expertos de salud sugieren mantener la alimentación balanceada y suficiente, pero aparte es importante una suplementación adecuada, así nos aseguramos que las cantidades que obtenemos de estos nutrientes van a ser suficientes para que nuestro organismo esté funcionando correctamente y tenga la capacidad de defenderse. Además es esencial mantener una buena hidratación, especialmente en invierno, también es un bonus hacer ejercicio para reactivar la circulación y evitar que baje la temperatura corporal así como cuidar los ciclos de sueño.

Las recomendaciones en invierno y verano son iguales excepto por la parte de la vitamina D, ya que ésta se absorbe solo un 10% en los alimentos y el 90% restante se da por la acción del sol a través de la piel, y dado que en invierno hay una menor exposición al sol se puede dar una deficiencia de vitamina D.

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